"Del árbol antiguo arrancado por el viento
nunca se vio el final de sus raíces;
eran como una esperanza grande,
y destruida."
José Jiménez Lozano
“La destrucción es aún más grave, pues no estamos entre escombros, por desgarradores que sean, de casas y monumentos, sino entre escombros de valores humanos, y, lo que es más importante, populares”
Pier Paolo Pasolini
Este monográfico en tres tomos, editado por Rincones del Atlántico, está dedicado a la arquitectura tradicional de las Islas Canarias, especialmente a la doméstica, pero sin olvidar las otras arquitecturas rurales. Un trabajo multidisciplinar titulado "Arquitectura y Paisaje", que incluye a todas las islas del archipiélago y en el cual el paisaje, el entorno y la vegetación tienen, junto a la arquitectura, un protagonismo fundamental.
Todo comenzó hace más de doce años; poco tiempo después de iniciarse la aventura de Rincones nos propusimos hacer un número especial dedicado a la arquitectura tradicional en el medio rural de las islas, con el propósito de difundir su conocimiento, valorización y protección, por lo que empezamos a recorrerlas todas para fotografiar rincones, caseríos, casas aisladas –muchas de ellas abandonadas, otras en ruinas y casi desaparecidas–, así como a buscar en la memoria colectiva, tratando de encontrar, en distintas colecciones y archivos, públicos y privados, fotografías y documentos que nos mostrasen esta arquitectura en sus mejores tiempos, cuando todavía cumplía su función, antes de que apareciesen nuevos y modernos materiales (bloque de hormigón, cemento, hierro, pintura plástica) y de que se produjese el gran exilio de la antigua cultura campesina hacia los suburbios de las capitales insulares, los sures turísticos, o mucho más lejos, hacia Europa o atravesando el ancho océano para “hacer las américas”, siempre con la esperanza de un futuro mejor.
Al final, fue tanto el material que recopilamos que en vez de uno fueron tres volúmenes. Nos ha llevado una media superior a dos años hacer cada uno de ellos, y además han ido creciendo en páginas según se han ido publicando, resultando el último siempre más extenso que el anterior, lo que parece que se ha convertido en otra de las "señas de identidad", como lo es su formato diferente al habitual, en tapa dura y profusamente ilustrado Son libros especialmente visuales, editados con esmero y calidad, en tapa dura, con varios miles de fotografías en 1.400 páginas –la mayor parte inédita– que, seguramente, serían muchas más de lo aconsejable si nuestra pretensión hubiera sido hacer unos libros de fotografía, donde primase la estética y lo comercial. Pero no era esa nuestra intención. Con sus respectivos pies de fotos en los que encontramos la información sobre los lugares y edificaciones fotografiados. Incluye interesantes mapas antiguos y actuales, fotografías aéreas y, al final de los capítulos, dedicados a cada una de las islas, numerosas fotografías de “Ayer y hoy”, comparativa de imágenes antiguas y actuales en las que podemos ver cómo ha sido la transformación de los caseríos y pueblos de todos los municipios de las islas al cabo de 50, 80 o incluso más de 120 años.
Queremos agradecer y resaltar especialmente el magnífico trabajo y la gran sensibilidad hacia la gente, el paisaje y la arquitectura popular de los fotógrafos que, hace algunas décadas, recorrieron las islas con sus cámaras y cuyas imágenes, que nos han facilitado generosamente, ilustran este libro: Francisco Rojas Fariña, Francisco Ojeda Espino, Marcos Bello García, Carlos A. Schwartz, el holandés J. Blaauboer (cedidas por el Archivo General de La Palma), así como otros muchos fotógrafos anteriores cuyas magníficas fotografías son hoy un testimonio de valor incalculable y que pertenecen a diferentes archivos públicos y colecciones privadas de las islas y también de fuera de ellas.
Creemos, que ya se ha convertido en un referente imprescindible además de ser un necesario y merecido homenaje a la arquitectura popular de nuestras islas, bellísimo patrimonio, obra maestra de nuestros antecesores y parte importantísima de nuestro paisaje rural.
El tomo I
En el primer volumen, que pueden ver en formato digital (html) en esta web, se agruparon una serie de trabajos que desde diferentes enfoques tienen como protagonista principal a la vivienda tradicional y su entorno más próximo, vistos desde la óptica de diferentes especialidades (arquitectura, historia, geografía, etnografía, rehabilitación, botánica, arte, literatura...), y que están escritos por algunos de los mejores profesionales de Canarias en cada una de esas materias. Todo ello se ofrece al lector con un cuidado especial en la imagen: numerosas y cuidadas fotografías, tanto antiguas como actuales, así como bellas reproducciones de pinturas y grabados, impresas en papel de alta calidad y con una esmerada presentación.
La obra comienza con un amplio análisis de la evolución histórica de la arquitectura rural en las islas y sus principales características y tipologías, titulado "El hábitat y la vivienda rural en Canarias: las transformaciones históricas de un espacio social", cuyo autor es el historiador Pedro Quintana Andrés. A continuación, el profesor del departamento de Geografía de la Universidad de La Laguna, Fernando Sabaté Bel, en su interesante artículo "El territorio rural como encuentro entre la naturaleza y la cultura humana: reflexiones sobre su construcción histórica y su crisis contemporánea", nos acerca al mundo campesino y a su estrecha relación con el territorio y el paisaje rural.
El arquitecto técnico Abel Herrera García, con amplia experiencia en el mundo de la rehabilitación, nos introduce en esta materia en su exhaustivo artículo "Rehabilitar lo rural: reflexiones", aportándonos entre otras cosas algunos criterios básicos de intervención así como una serie de imprescindibles nociones técnicas.
"Paseando entre jardines" es el sugestivo título con el que el botánico Arnoldo Santos Guerra nos lleva a conocer la flora ornamental local y la introducida y su relación con el hábitat, y con el que además nos lleva a visitar los principales jardines históricos de las islas.
"La casa pintada: la arquitectura popular canaria y su representación gráfica", por el profesor de la Universidad de Las Palmas A. Sebastián Hernández Gutiérrez, es un hermoso recorrido por la historia de la pintura y la ilustración en Canarias, siguiendo como hilo conductor la representación plástica de la casa tradicional.
Estos artículos tienen una extensión algo más amplia que los habituales de Rincones del Atlántico, ya que cada especialista trata de exponer pormenorizadamente los detalles de su disciplina para conformar en conjunto una obra global y lo más completa posible. Pero además, este primer volumen incluye una miscelánea de textos de menor extensión, algunos escritos especialmente para este número y otros tomados de obras y autores del pasado, que aportan visiones distintas y ayudan a mirar la casa rural desde otros ángulos.
Los tomos II y III
El tomo II, publicado en junio de 2014, abarca la información de las islas occidentales ¬–El Hierro, La Gomera, La Palma y Tenerife– así como un artículo dedicado a las haciendas de Tenerife y La Palma.
El tomo III, publicado en diciembre de 2015 se ocupa de las Canarias orientales –Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa-– más un artículo dedicado a las haciendas de las tres primeras. Decíamos en el texto de presentación del tomo II que no vivimos los mejores tiempos para la investigación profunda y rigurosa; el estudio de las construcciones tradicionales no goza hoy en día de ese “apasionado interés por la arquitectura más significativa de nuestra historia”1 que tuvo en el último lustro de los años setenta del siglo pasado, en el que se publicó la mayoría de los mejores libros sobre nuestra arquitectura vernácula, y a cuyos autores –de los textos y fotografías–- dedicamos este volumen. Por eso queremos darles las gracias, en primer lugar, a los autores que han realizado los textos de este tomo, que han sido el hilo conductor, la estructura imprescindible para construirlo: al historiador Pedro Quintana Andrés, que se hizo cargo de varios de ellos por diversas causas con entusiasmo y generosidad y con el gran rigor que le caracteriza, y al arquitecto Ignacio Javier Gil Crespo, buen conocedor de la arquitectura de Lanzarote, que sin él saberlo, y seguramente guiado por la Providencia, nos escribió ofreciendo su colaboración en el momento más oportuno.
Como el tomo I, éste también lo cerramos con una miscelánea que comprende dos artículos más cortos y un glosario de apoyo sobre arquitectura tradicional y usos en el medio rural, el primero escrito por el profesor del departamento de Geografía de la Universidad de La Laguna Fernando Sabaté Bel, que ya colaboró en el tomo I con un interesante artículo sobre la cultura campesina y su estrecha relación con el territorio y el paisaje rural, y el segundo, a modo de epílogo, por el arquitecto-urbanista Faustino García Márquez. Él fue unos de los autores del capítulo sobre Canarias en el tomo V de La arquitectura popular española de Carlos Flores. A continuación, el glosario sobre arquitectura tradicional y usos en el medio rural extraído de los tres tomos y compilado por nuestro amigo Álvaro Fajardo Hernández. Termina el libro con un texto explicativo sobre la extensa bibliografía relativa a la arquitectura tradicional canaria que Luis Regueira Benítez ha coordinado y enriquecido ampliamente durante estos últimos años y con una pequeña fe de erratas de los tomos I y II. En un principio queríamos publicar esta bibliografía en el libro, pero como muy bien explica Luis, debido a su desmesurada extensión hemos decidido que lo más sensato y práctico era ponerla en la web de Rincones, donde podrán consultarla y trabajar con ella de una manera mucho más efectiva. El geógrafo Juan Israel García Cruz realizó los detallados mapas de las islas y las comparativas de las fotos aéreas. Como en los tomo anteriores, Arnoldo Santos Guerra, siempre presto y dispuesto, con su valiosa ayuda en todos los asuntos, ha sido y sigue siendo un puntal imprescindible.
Y fundamental ha sido el poder contar también con la generosidad, el cariño y el apoyo de tantísimas personas que, de una manera o de otra, se han volcado a ayudar y sin las cuales estos libros no serían ni mucho menos lo que son: a los fotógrafos, coleccionistas y archiveros que nos han cedido un material imprescindible de imágenes, la mayoría publicadas por primera vez, que ya no es posible volver a hacer; a quienes nos abrieron sus casas, a los que nos acogieron en ellas, a aquellos que nos acompañaron, patearon junto a nosotros y nos ayudaron con las localizaciones, a los amigos y amigas que realizaron las fotografías que no tuvimos tiempo de ir a hacer, a los pintores que nos dejaron algunas de sus obras que incluimos en los libros y con las que hicimos las postales –que regalaremos en las presentaciones que queremos hacer en todas las islas–; a quienes participaron en la campaña de crowdfunding ¬–este sistema de suscripción, comunitario, transparente, de cooperación y apoyo mutuo, que permite que muchos sueños y proyectos puedan hacerse realidad, beneficiándonos todos¬–; al equipo técnico (maquetadoras, corrector, informático, cartógrafo, asesores, contable, imprenta…) y, finalmente, a la fidelidad y el cariño de los lectores y lectoras, a quienes van dirigidos, por estar siempre ahí. Con la cooperación y la ayuda mutua, nuestros antepasados, verdaderos protagonistas de este libro, lograron sobrevivir en tiempos difíciles, de escasez, y también progresar en épocas mejores. Nosotros hemos querido seguir su ejemplo, pues creemos en la gran energía transformadora del apoyo mutuo y de la solidaridad humana.
La imagen: la pintura, el grabado, la ilustración y especialmente, la fotografía (antigua y actual), cuidadosamente seleccionada (mucha inédita) es la principal protagonista. Nos encontraremos con una parte de la mejor obra de la gran mayoría de los fotógrafos que han trabajado en el archipiélago y que han querido con su trabajo dejar constancia de un patrimonio esencial en la cultura de esta tierra. Que no se quede en el olvido esta arquitectura, fruto de la tradición, de la experiencia y el trabajo de las anteriores generaciones es nuestro mayor propósito.
Rincones del Atlántico rinde con estos monográficos un homenaje a esta arquitectura situada en nuestros campos y a quienes la construyeron, utilizaron y habitaron, que pretende servir al mismo tiempo para darla a conocer, valorar y proteger. Es una arquitectura sencilla y armónica, sobria y funcional, pero extraordinariamente bella, que, estando tan cerca de nosotros, es al mismo tiempo una gran desconocida.
Herencia cultural de nuestros antecesores, nace y convive con la propia naturaleza. Sus materiales proceden de ella, muchas veces del mismo lugar en el que se construye la edificación: piedra, tierra, cal, madera, cereales y otras plantas (palmera, pitera, tarajal) que eran utilizadas esencialmente para la techumbre... de ahí la sencillez y el equilibrio con el espacio que la rodeaba. Realizada con un enorme sentido práctico aprendido generación tras generación, principalmente por la necesidad de cobijo (la casa), o para realizar otras actividades relacionadas con el sustento (molinos, eras, hornos, cuadras, aljibes, salinas, caminos...), tiene también un gran sentido -muchas veces intuitivo- de la belleza. Son lugares útiles, pero también estéticamente agradables y respetuosos y en armonía con el paisaje.
Es probablemente junto al paisaje natural y al suelo agrícola -cada día más urbanizado y asfaltado y del que forma parte-, y además de los cascos históricos, el mayor patrimonio de estas islas, un tesoro de valor incalculable que pertenece a todos, y que, por desgracia, está desapareciendo de nuestros campos debido a su abandono, a la desidia, a la falta de coherencia, criterio y sensibilidad en las rehabilitaciones, muchas de las veces debido a la ignorancia y a la falta de asesoramiento por personas preparadas, así como de información y documentación sobre el tema. Es ésta la principal razón que ha animado a los autores a realizar este trabajo, el poder contribuir a impulsar una nueva visión y sensibilidad hacia este maltratado y cada día más escaso patrimonio.
El propósito de Rincones del Atlántico ha sido, desde el primer número de la revista, transmitir, de una manera divulgativa, amena, didáctica, con rigor y calidad, el valor y la belleza del paisaje y el patrimonio natural y cultural de las islas Canarias y la enorme importancia que tiene su conservación. Entendemos Rincones como una herramienta estratégica que contribuya a darlo a conocer, valorar y proteger y que ofrezca –desde una perspectiva pedagógica, ecológica, humanista, ética y constructiva– ideas y alternativas para un desarrollo realmente sostenible, armónico, racional, ecoeficiente y perdurable, colaborando desde este rincón del Atlántico a la buena salud de nuestro planeta. Deseamos y aspiramos a poder caminar juntos hacia una sociedad más justa y en equilibrio con la naturaleza, que proporcione una vida digna y buena a quienes ahora vivimos aquí y a las generaciones futuras. “Conocer para amar y amar para cuidar, proteger y conservar”.
El paisaje constituye uno de los valores más importantes de la relación de los individuos y las sociedades con su entorno. Cuando las cosas se hacen de manera correcta y respetuosa, mejora el bienestar, la autoestima, la identidad y la calidad de vida de los ciudadanos. Es un derecho vivir en un entorno digno, saludable, bello, en equilibrio con la naturaleza, y un deber de todos los ciudadanos y de las administraciones hacer lo necesario para cuidarlo y mantenerlo así para las generaciones futuras. Es esencial conocer y fomentar la importancia que tiene la conservación y el cuidado del paisaje, de los recursos naturales y de la herencia cultural de este archipiélago. Por eso es fundamental sensibilizar a los estudiantes y a la sociedad en general de la necesidad de proteger los valores paisajísticos y tomar conciencia de la incidencia de la acción humana en el medio natural. Apostar por la calidad del paisaje es apostar por la felicidad y por la calidad de vida de la población que habita estos territorios.
Con esta obra queremos propiciar una visión más amplia y profunda del patrimonio: el patrimonio como el lugar de la memoria, herencia e identidad cultural de un pueblo. El primer paso para poder valorar, proteger y conservar nuestra arquitectura tradicional es conocerla, comprender que es un elemento esencial que embellece y complementa el paisaje de las islas, que lo revaloriza. Como tradicional, esta arquitectura nos enseña el conocimiento y los valores de nuestro pasado que se fueron transmitiendo, durante siglos, generación tras generación; es una parte fundamental de nuestras raíces culturales. Este elemento patrimonial, tan unido al paisaje eminentemente agrícola de las islas, representa uno de los bienes esenciales para conservar lo local, nuestra cultura, tradiciones y memoria frente al vacío y a la clonación y homogeneización del mundo globalizado. ¿Qué señas de identidad, qué memoria, qué pasado, qué presente y qué futuro dejaremos a las futuras generaciones si seguimos maltratando nuestro territorio y dejamos que desaparezca el patrimonio heredado y la belleza de nuestro paisaje?
Es urgente la protección y conservación del, por desgracia, cada día más escaso patrimonio arquitectónico tradicional en el medio rural y el patrimonio agrario en general, llevar a cabo acciones orientadas al conocimiento, recuperación, rehabilitación y conservación de este precioso legado, desarrollando los mecanismos e instrumentos necesarios para ello, así como la conservación del entorno cercano en el que se encuentra la arquitectura a proteger, sin desvirtuarlo y restaurándolo en la medida de lo posible, apoyando una agricultura diversa y ecológica, cuidando y rehabilitando la flora autóctona, plantando árboles, etc.
Aquí termina una parte de esta aventura comenzada hace más de doce años, con estos pequeños cofres de papel de unos tres kilos, quizás el peso medio de las piedras que, una a una, alzaron nuestros antepasados con sus manos para construir los muchos tesoros que guarda entre sus páginas, varios cientos de casas tradicionales así como otras construcciones rurales –graneros, alpendres, molinos, molinas, tahonas, eras, taros, hornos, lagares, salinas, pozos, estanques, secaderos, caminos y un largo etcétera– que fueron construidas por ellos como cobijo y para procurarse el sustento, para vivir la vida que les tocó vivir, una vida dura y difícil, pero que estaba más cerca de la naturaleza, que se adaptaba y convivía con ella. Y ella, a su vez, les proporcionaba la materia prima, que sus manos artesanas, con la ayuda de sencillas tecnologías de bajo coste, transformaban en las herramientas y los útiles necesarios para subsistir: muebles, enseres, aperos, cerámica, tejas, cestos, esteras, ropa y abrigo… y la tierra que les nutría, que cuidaban y trabajaban con sus manos y con la cabeza, con el conocimiento aprendido de sus mayores, con sobriedad, ingenio, eficiencia, cooperación, apoyo mutuo… valores que, junto a la sonrisa, nos urge recuperar en estos tiempos, pues debemos cambiar el rumbo al ya casi inevitable naufragio.
Decía Pier Paolo Pasolini –que fue un ferviente amante y defensor del mundo rural y de la cultura campesina–: “Para compensarme, bastará con que vuelva a la cara de la gente la manera antigua de sonreír; el antiguo respeto a los demás que era respeto a sí mismos; el orgullo de ser lo que su propia cultura ‘pobre’ enseñaba a ser”.
Poder sacar adelante estos tomos ha sido posible gracias a la labor de numerosas personas; realizado con amor, pasión, trabajo, tiempo, ¡cuánto tiempo, trabajo, pasión y amor de tantas generaciones que nos han precedido guarda entre sus páginas! Unos cofres de papel que encierran una gran cantidad de tesoros, muchos de los cuales ya no volveremos a ver (excepto en fotos), ni a tocar, ni a disfrutar, y al que se le ha pegado algo del maravilloso trabajo artesano que realizaron nuestros antecesores. Era un reto y una responsabilidad hacerlo y mostrarlo dignamente: los protagonistas son ellos y el mérito es suyo. Ellos nos legaron este precioso patrimonio, fruto de la tradición, del buen gusto y del saber hacer, del conocimiento práctico que generación tras generación se fueron transmitiendo. Nosotros sólo queremos mostrar una pequeña parte de ese pasado para aprender un poco de él y así conocernos, saber quiénes somos, de dónde venimos, y recibir un poco de esa savia antes de que nos arranquen definitivamente de nuestras raíces.
Los tomo II y III, como ya hicimos con el I, serán publicados lo antes posible en la Web de Rincones: www.rinconesdelatlantico.com, con todos sus textos, aunque no todas las fotografías debido al diferente formato (html) facilitando la labor de información y divulgación hacia todas las personas interesadas en el tema, no sólo de las islas, sino también de fuera de ellas, cumpliendo además una importante labor de difusión de nuestro Paisaje y Patrimonio.
1En el texto de Faustino García Márquez “Epílogo ma non troppo”, al final del tomo III.
“El desarrollo de la industria se ha hecho no sobre el suelo de la civilización precedente, sino transformando de arriba abajo la sociedad tradicional, deportando en masa a los campesinos a los suburbios, rompiendo los lazos y las solidaridades bajo la relación monetaria, arruinando las culturas milenarias”.
“El objetivo ya no es fundamentalmente el desarrollo de los bienes materiales, la eficacia, la rentabilidad y lo calculable, sino el retorno de cada uno a sus necesidades interiores, el gran regreso a la vida interior y a la primacía de la comprensión del prójimo, el amor y la amistad”.
Edgar Morin
“Hay que cambiar los objetivos, los valores. El valor no es ya producción de bienes, sino de vida”.
“Manipular menos y acariciar más la naturaleza”.
Manuel Sacristán
“La anulación del pasado es la gran tragedia del hombre moderno y la recuperación de la escala humana es la gran necesidad”.
“La idiosincrasia de un pueblo va perdiéndose según avanza la imparable destrucción de todo lo que conforma su identidad. El nivel básico de identificación es el espacio, tanto el entorno físico como el formado por los hombres a través del tiempo. Preservarlo con mimo sería entender la historia como continuo e imprescindible valor del presente”.
Fernando Gabriel Martín Rodríguez
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