Los archivos y las fuentes hist贸ricas:

una aproximaci贸n desde la documentaci贸n al paisaje, patrimonio y manifestaciones etnogr谩ficas canarias

Pedro C. Quintana Andr茅s

Doctor en Historia

 

El an谩lisis y estudio del patrimonio ha experimentado en las 煤ltimas d茅cadas una profunda transformaci贸n, siendo uno de sus m谩ximos logros permitir profundizar en el conocimiento del pasado a trav茅s de sus numerosos y dispares vestigios f铆sicos u orales. Los organismos internacionales, caso de la UNESCO, desarrollan un eminente papel en la valoraci贸n, catalogaci贸n y preservaci贸n de las manifestaciones culturales de los pueblos y grupos humanos de todo el mundo, aunque, desgraciadamente, esta labor no alcanza sino a una m铆nima fracci贸n del patrimonio com煤n.

 

La toma de conciencia sobre el problema de salvaguardar el acervo cultural de los pueblos, respetarlo y mantenerlo como ejemplo para las generaciones futuras se encuentra en clara discrepancia con el creciente fen贸meno de la globalizaci贸n 鈥揵谩sicamente favorecedora del consumo, imposici贸n de estilos y modos de vida m谩s civilizados鈥, la profunda sima establecida dentro de la cultura oficial entre lo pr谩ctico-rentable y lo tratado como retr贸grado-incivilizado-incomprensible, y la creciente incultura funcional, tan com煤n dentro de un mundo donde el stress tecnol贸gico pareciera tener por meta cogestionar la capacidad cr铆tica del individuo. En esta dicotom铆a el patrimonio se convierte en un bien de todos pero defendido por unos pocos, pues las visiones consumistas y m谩s estereotipadas de cada cultura en cualquiera de sus fases hist贸ricas se encuentran representadas en los cada vez m谩s numerosos parques tem谩ticos y centros de interpretaci贸n que muestran en un razonable periodo de tiempo lo que el ciudadano debe conocer de un pasado tamizado y organizado de forma adecuada.

 

 

Sociedad, ideolog铆a y patrimonio

 

La conciencia de preservar nuestro pasado tiene sus or铆genes en el propio inicio de cada una de las civilizaciones como medio de continuar y traspasar el legado acumulado de sus sucesivas generaciones a la siguiente, coadyuvando a cohesionar el grupo. Incluso, si 茅ste experimentara una dispersi贸n como naci贸n 鈥搄ud铆os, polacos, armenios, gitanos鈥, una considerable parte de sus miembros seguir铆a identific谩ndose con su etnia, idiosincrasia y cultura gracias a esta poderosa amalgama 茅tnico-oficial. Los objetos b谩sicos de esta uni贸n intra茅tnica estaban impl铆citos en el propio centro del poder nacional, los elementos caracter铆sticos de su religi贸n o los aspectos m谩s ad hoc relacionados con las oligarqu铆as. Todos ellos se han identificado hist贸ricamente como los patrimonios de un pueblo que han de protegerse, siendo los m谩s significativos de ellos los palacios, iglesias, cuadros, joyas o muebles suntuarios singulares, art铆sticos o de incalculable valor simb贸lico. Su conjunto es s贸lo el exponente de una m铆nima parte del patrimonio real de un pueblo, aunque, en cambio, s铆 muestra el peso de la ideolog铆a oficial, la influencia sociopol铆tica de un escaso porcentaje de la sociedad y la determinaci贸n de los procesos culturales que fueron capaces de seleccionar los elementos singulares de su etnia para transmitirlos como arquetipos inmutables a las siguientes generaciones. Estas circunstancias las siguen reiterando, conscientemente o no, muchos estudiosos a la hora de abordar el an谩lisis de un grupo humano al predeterminar la visi贸n de ese pasado.

 

 

El devenir del patrimonio de una ciudad, regi贸n, pa铆s o civilizaci贸n se resume, para la inmensa mayor铆a de la poblaci贸n, en una serie de aspectos 鈥揷asi siempre unidos a t贸picos鈥 fomentados desde los diversos medios a trav茅s de los cuales cada individuo adquiere conocimiento del aspecto sobre el cual se interesa. Egipto queda reducido a un determinado conjunto de im谩genes muchas veces diluidas al aplicarse un simple an谩lisis del lugar; o la Edad Media arrastra a煤n muchos de los elementos negativos con los que fue tildada desde las etapas del Renacimiento o en la fase decimon贸nica, foment谩ndose este estereotipo a煤n sobre el citado periodo. El patrimonio, por tanto, se convirti贸 en una mera magnificaci贸n de las obras y hechos realizados por los sectores predominantes dentro de una sociedad, quedando todas las dem谩s manifestaciones culturales soslayadas/minusvaloradas bajo la denominaci贸n de populares, pueblerinas, r煤sticas o acusadas de ser claramente retr贸gradas frente a los nuevos estilos impuestos por las sucesivas modas. La cultura era, ante todo, aristocr谩tica-burguesa, urbana, culta, sofisticada, bella, cuantificable, capaz de influir en la masa, impuesta al resto de la poblaci贸n, ejemplo para las civilizaciones m谩s atrasadas 鈥搒obre todo en la etapa del imperialismo o en la globalizaci贸n actual鈥 o caracterizada por su capacidad de transformarse/perdurar a lo largo del tiempo, permitiendo a sus m谩ximos exponentes 鈥揺l grupo de poder鈥 perpetuar su memoria. Esta realidad es ahora una constante en el seno de un amplio sector de la poblaci贸n, el cual permanece, como seguir谩 aconteciendo en el futuro, impermeable a cualquier posible cambio sobre este aspecto relacionado con el patrimonio gracias al impulso realizado desde los grandes centros culturales tradicionales, interesados en mantener las condiciones establecidas sobre el tema hasta el presente. Hasta fechas recientes, intentar conocer el pasado era contemplar el legado impuesto por una m铆nima parte de la sociedad, la m谩s influyente y poderosa, que hab铆a dejado su impronta y estilo de vida, determinando para el com煤n de la poblaci贸n actual unos reducidos modelos culturales. A su vez, este m铆nimo acervo fue utilizado, transformado, determinado, encorsetado y ofrecido a las siguientes generaciones como el 煤nico real, fidedigno y v谩lido en las fases temporales pret茅ritas, acondicionando el discurso hist贸rico, art铆stico, filos贸fico, est茅tico y moral a las demandas de los sectores preponderantes en la actualidad. El legado hist贸rico y patrimonial para los mass media y la poblaci贸n adquiere un gran efectismo hollywoodiense, estereotipado, cargado de t贸picos y sensacionalista, todo adaptado al consumo masivo 鈥搕al como sucede con los parques tem谩ticos鈥 donde el individuo realiza una acci贸n pasiva frente a la informaci贸n sin necesidad de hacer un esfuerzo de an谩lisis, estudio o reflexi贸n. La proliferaci贸n de documentales sobre arte o historia, libros de literatura hist贸rica, viajes de encuentros con las civilizaciones perdidas o el fomento del mero coleccionismo de todo tipo de reproducciones indica hasta qu茅 punto el consumo ha incidido en desvirtuar el legado hist贸rico. A su vez, las v铆as de comunicaci贸n entre el conocimiento sobre este acervo y el gran p煤blico se encuentran cada d铆a m谩s mediatizadas por los sectores preponderantes, interesados en recortar o minusvalorar todos los aspectos hist贸ricos contrarios a los intereses que defienden.

 

 

El patrimonio hist贸rico y su contextualizaci贸n

 

La cultura popular, la representada por m谩s del 90 % de la poblaci贸n, se diluy贸 en los fastos de la historia, despreciada, incluso, por sus propios usuarios deseosos de parangonarse en h谩bitos y estilos con los grupos sociales superiores. El anonimato de sus representantes, la presunta humildad de sus manifestaciones, la sencillez de sus ritos o la aparente simplicidad de sus modelos fueron obviados por la cultura oficial que impuso a la primera una evidente practicidad como forma de supervivencia. En el mundo rural y urbano la cultura y el patrimonio populares se vieron mediatizados por la ideolog铆a del grupo de poder, cuya intenci贸n fue encauzar sociopol铆ticamente a esta amplia masa. El legado popular fue rico, complejo y con ra铆ces unidas a numerosas influencias cuyo crisol se enriquec铆a tras una nueva generaci贸n. Usos, costumbres y formas de interrelacionarse con el medio ambiente confeccionaron un rico panorama etnogr谩fico cuyo contenido se dilu铆a, se transformaba o se fund铆a con otros en el transcurso del tiempo, sin que existieran medios para evitar la p茅rdida de estas manifestaciones, salvo la oralidad1. De ellas s贸lo quedan los relictos del folklore, las formas constructivas o la artesan铆a, muchas veces convertidos en meros objetos de souvenir tur铆stico o en bonitos adornos en los confortables hogares medioburgueses ansiosos por mostrar alg煤n trazo de su vinculaci贸n con el pasado.

 

En los 煤ltimos cincuenta a帽os la recuperaci贸n de algunos modelos de la cultura popular centra los esfuerzos de algunas administraciones concienciadas y de grupos de investigadores cuya misi贸n es recoger los postreros estertores de 茅sta a lo largo y ancho del mundo, convirti茅ndose, sin pretenderlo, en avanzadilla de un nuevo mercado de demanda donde el artesano o las costumbre locales se convierten en una nueva atracci贸n de turistas llamados por las novedades inexistentes en sus habituales 谩reas de trabajo-descanso. Esta novedosa realidad ha conducido a una segunda descontextualizaci贸n de la cultura popular, su cada vez m谩s acusada mercantilizaci贸n y la p茅rdida de su 铆ntimo significado, tanto por intentar sostenerla erigi茅ndola en reclamo tur铆stico como por su progresiva simplificaci贸n que ha llevado a la exaltaci贸n de sus aspectos formales m谩s atractivos, eliminando, de paso, los elementos menos ex贸ticos y, evidentemente, todo el entramado ideol贸gico-cultural preexistente2.

 

En Canarias se mantiene la situaci贸n descrita con anterioridad, agravada a煤n m谩s por el profundo desconocimiento presente en el seno de la sociedad respecto a su propia cultura; la carencia de referencias hist贸ricas 鈥揷uesti贸n fomentada hasta hace poco desde el propio poder socioecon贸mico鈥; la cr贸nica desidia de las instituciones, preocupadas m谩s en formar a consumidores que a ciudadanos; la proverbial marginaci贸n en los textos escolares de los aspectos relacionados con el acervo regional; el fomento de costumbres y tradiciones for谩neas; o la profunda desinformaci贸n sobre las comarcas o islas que no se encuentren en el espacio abarcado por el devenir cotidiano de cada individuo. Estas considerables r茅moras son algunos de los aspectos sustanciales del actual modelo cultural establecido en las islas, que, en este caso, tanto afecta a los legados hist贸ricos cultos como populares. Salvo la incidencia que se hace sobre recurridos aspectos de la cocina canaria, las t贸picas-t铆picas exaltaciones de algunas advocaciones religiosas 鈥搗arias de ellas cercanas a los aspectos m谩s groseros de la supercher铆a鈥 o la evocaci贸n folkl贸rica, adem谩s de la asistencia a la verbena de alguna fiesta se帽alada, a poco m谩s se reduce la influencia consciente de la cultura y el patrimonio heredado dentro del com煤n de la poblaci贸n en nuestra regi贸n.

 

 

La visi贸n sobre la cultura canaria sigue establecida sobre los elementos relacionados con la cultura urbana culta, quedando la aportaci贸n del campesinado/artesanado urbano constre帽ida a la mera rusticidad y tosquedad, cuya realidad se muestra en sus relaciones sociales o en su legado hist贸rico. La aportaci贸n patrimonial del aborigen prehisp谩nico se muestra sobredimensionada, pese a sus limitadas influencias, si se compara con la atenci贸n prestada al campesino o a los grupos populares asentados en estas islas hasta la actualidad, pese a ser estos 煤ltimos el substrato cultural de la mayor铆a de los actuales habitantes de las islas.

 

Patrimonio, fuentes hist贸ricas e identidad en Canarias

 

En las islas, por las peculiaridades geogr谩ficas y econ贸micas de la regi贸n, el sector popular tuvo un amplio grupo de representantes que apenas si llamaron la atenci贸n a los diversos cronistas, escritores y viajeros desde fines del siglo XV hasta la etapa decimon贸nica, salvo raras excepciones como las representadas por Gaspar Frutuoso, George Glas, Olivia Stone o Domingo J. Navarro3. Todos ellos, en algunos casos de forma breve, intentaron plasmar en sus descripciones a los hombres/mujeres y rese帽ar algunas costumbres/usos de los sectores populares que hasta ese momento hab铆an sido olvidados. La comida, el vestido, su religiosidad o sus viviendas fueron los cuatro aspectos m谩s atractivos para los observadores, estableciendo claras diferencias entre 茅stos y los usos sociales asentados en los sectores enriquecidos. A煤n m谩s, algunos de los cronistas y visitantes lograron diferenciar las costumbres populares entre las localidades o comarcas de las islas, mientras las registradas en el seno de los grupos cultos manten铆an patrones parecidos a los tomados a trav茅s del aprendizaje, las modas o los c谩nones impuestos, lo cual les coadyuvaba a igualarse con sus hom贸logos de otras sociedades for谩neas.

 

 

El legado material de origen popular en Canarias ha llegado a nosotros disminuido en n煤mero; alterado en los 煤ltimos tiempos por la presi贸n especulativa; las libres intervenciones deformadoras realizadas por los propietarios sobre los bienes; la dr谩stica tergiversaci贸n en sus funciones originarias ante el creciente af谩n muse铆stico-decorador generado en ciertos c铆rculos pseudointelectuales; y, en muchos casos, convertido en un mero objeto descontextualizado cuya lectura se hace desde la 贸ptica folkl贸rica positivista y no desde el obligado 谩mbito etnogr谩fico. Ilustrativo de esta situaci贸n es el grado de atenci贸n, estudio y protecci贸n existente sobre las viviendas de los sectores populares registradas en las islas. Si en el padr贸n de 1676 el n煤mero total de residencias 鈥搉o de bienes inmuebles construidos鈥 llegaba en la regi贸n a 21.332 casas, representando unas 20.000 los hogares de los grupos populares, ya en 1688 su volumen supon铆a unas 24.200, evidentemente cifras todas ellas aproximativas en una 茅poca donde a煤n los registros sistem谩ticos no eran utilizados4. En 1848 se censaba en Canarias un total de 45.427 viviendas, estando el 90 % de las construcciones en manos de los sectores populares rurales y urbanos5. De estos inmuebles populares ser铆a necesario conocer cu谩ntos sobreviven en la actualidad, se encuentran con alg煤n grado de protecci贸n o, simplemente, son tomados por las autoridades/t茅cnicos como elementos b谩sicos de nuestro acervo. En cambio, la vivienda urbana y del sector econ贸micamente preponderante ha resistido mejor los embates de la cultura contempor谩nea al erigirse como los genuinos modelos de la arquitectura canaria frente a la arcadia r煤stica, pobre y simple de la casa rural. Esta elitizaci贸n en la elecci贸n de lo que debe ser el modelo del patrimonio ha supuesto la pr谩ctica descatalogaci贸n y desaparici贸n en la mayor铆a de los cascos hist贸ricos de la vivienda popular, salvo la que se encuentre en uso. All铆 donde viv铆an sirvientes, arrieros o artesanos, donde las formas populares de construcci贸n y vida se sucedieron, parecen haber suscitado escaso inter茅s a los estudiosos, tal como se observa en cascos hist贸ricos como los de Vegueta, Telde, Los Llanos o Santa Cruz de Tenerife. En los t茅rminos rurales la situaci贸n es a煤n m谩s grave, no s贸lo por la ominosa cotidiana destrucci贸n, sino tambi茅n por las numerosas reinterpretaciones de lo canario expresadas 鈥搒iempre con lo mejor de su capacidad est茅tica鈥 por los propietarios de los inmuebles. A su vez, las contradicciones y desafueros realizados a la hora de abordar muchos proyectos de rehabilitaci贸n de cascos urbanos hist贸ricos o en las intervenciones urbanas efectuadas en 茅stos deben corregirse a trav茅s de una evidente visi贸n interdisciplinar y multidisciplinar donde se d茅 respuesta a las diversas demandas solicitadas por la sociedad para la recuperaci贸n del patrimonio.

 

 

Una de esas disciplinas debe ser la historia y el uso racional de la informaci贸n documental custodiada en los archivos, lamentablemente olvidada en la mayor铆a de las ocasiones en que se aborda la riqueza patrimonial de las islas. La indagaci贸n en las fuentes hist贸ricas y orales de datos sobre las formas constructivas; los materiales utilizados, su valor y calidad; el lugar de extracci贸n de 茅stos; la tipolog铆a de las maderas empleadas; la estructura interna de la edificaci贸n; o las razones de su ubicaci贸n, entre otras particularidades, es s贸lo posible valorarlo desde este tipo de documentaci贸n y la aportada por la arqueolog铆a hist贸rica. Entre ella sobresale por su riqueza y abundancia la informaci贸n suministrada por los fondos de los archivos locales, insulares, regionales y nacionales respecto al tema abordado, a帽adiendo al conocimiento citado con anterioridad el detallar la tipolog铆a de los bienes inmuebles, su lugar de ubicaci贸n, las transformaciones constructivas operadas en 茅stos en el transcurso del tiempo o los usos dados por sus due帽os. Todo ello ser铆a de notable inter茅s si se abordara desde una 贸ptica m谩s amplia el estudio de la evoluci贸n del paisaje humano y las intervenciones sobre los edificios urbanos/rurales y cultos/populares, como modo de establecer verdaderas rehabilitaciones. Ejemplo ilustrativo de esta propuesta de recuperaci贸n del patrimonio 鈥搈ueble, inmueble, etnogr谩fico鈥 son las l谩minas adjuntas recopiladas en el Archivo Hist贸rico Provincial de Las Palmas en su secci贸n de la Real Audiencia, planos donde 鈥揷on mayor o menor realismo y precisi贸n鈥 se plasman viviendas, espacios urbanos y rurales del ayer, tal como eran y se ubicaban en el momento del informe, ajust谩ndose a una realidad exenta de algunos de los factores distorsionadores impl铆citos en otras documentaciones cuando se analizan las fases pret茅ritas. Los planos muestran una peque帽a parte de esa realidad en diversas fracciones espaciales y temporales, no coincidentes entre s铆, facilitando ponderar las estructuras de las viviendas en cada uno de los lugares rese帽ados, las claras diferencias constructivas entre islas, el uso de los espacios, las formas del paisaje humanizado y la ubicaci贸n de los bienes, y, sobre todo, permitiendo establecer comparaciones entre el pasado y el presente inmediato sobre el uso de ese espacio concreto representado.

 

Sirvan de meros ejemplos para intentar abordar desde modelos consensuados, ponderados y v谩lidos el significado del patrimonio, 煤nica v铆a para establecer los criterios b谩sicos para su salvaguarda y rehabilitaci贸n y para lograr preservarlo para el futuro.

 

 

 

Notas

1 Uno de los primeros historiadores en reivindicar la cultura popular y observar el pasado apartando todo prejuicio fue Huizinga, en especial sobre algunos aspectos relacionados con la Edad Media. V茅ase Huizinga, Johan. El oto帽o de la Edad Media. Madrid: Alianza Editorial, 2003; y Huizinga, Johan. Homo Ludens. Madrid: Emec茅, 1972.

2 Cardini, Franco. D铆as sagrados: tradiciones populares en las culturas euro-mediterr谩neas. Barcelona: Argos Vergara, 1984; Rodr铆guez Becerra, Salvador. Las fiestas de Andaluc铆a. Sevilla: Editoriales Andaluzas Unidas, 1985; Maravall, Jos茅 Antonio. La cultura del Barroco: an谩lisis de una estructura hist贸rica. Barcelona: Ariel, 1983; Vovelle, Michel. Les m茅tamorphoses de la f锚te en Provence de 1750 谩 1820. Paris: Aubier-Flammarion, 1976; L贸pez, Roberto J. Ceremonia y poder a finales del Antiguo R茅gimen: Galicia, 1700-1833. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago, 1995; Revilla Garc铆a, Federico. Simbolog铆a de las celebraciones p煤blicas en Barcelona durante el siglo XVIII. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1979 [Tesis doctoral]; Fogel, Mich猫le. Les c茅r茅monies de l鈥檌nformation dans la France du XVI au XVIII si猫cle. Paris: Fayard, 1989.

3 Frutuoso, Gaspar. Las islas Canarias (de Saudades da Terra). La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1964; Glas, George. Descripci贸n de las islas Canarias: 1764. 2陋 ed. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1982; Stone, Olivia. Tenerife y sus seis sat茅lites. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria; Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1995; Navarro, Domingo Jos茅. Recuerdos de un novent贸n. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1991.

4 S谩nchez Herrero, Jos茅. 鈥淟a poblaci贸n en las islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVII (1676 a 1688)鈥. Anuario de estudios atl谩nticos, n潞 21 (1975), pp. 237-415.

5 Madoz, Pascual. Diccionario geogr谩fico-estad铆stico-hist贸rico de Canarias. Valladolid: 脕mbito, 1986.

 

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