Francisco Rojas: el umbral de lo real.

Territorio conceptual y fotografía

María Isabel Navarro

Fotos: Francisco Rojas Fariña

 

Hace ya seis años, con ocasión de la exposición antológica que organizara el Centro de Arte La Regenta bajo el título Francisco Rojas Fariña (fotografías 1958-2003), se cumplía la esperada ocasión de contemplar el trabajo de un personaje fundamental de la cultura contemporánea, un creador y un miembro destacado de la producción audiovisual en Canarias.

 

No es el único caso de un autor polifacético y fundamental cuya obra permanece admirada y conocida en ámbitos especializados y al margen de los circuitos habituales de la cultura oficial.

 

 

Francisco Rojas consiguió hacer realidad una vida consagrada a la fotografía y a otras actividades creativas a través de un proceso autodidacta, primero, y profesional muy pronto. Sus inicios en la fotografía (1958) se sitúan en el contexto de una revalorización del paisaje de las islas en virtud de las previsiones de liberalización de inversiones que se habían anunciado con el cambio de gobierno en España.

 

Su primera obra se orientó a la elaboración de una compleja teoría interpretativa del paisaje en clave antropológica. Fotogramas en blanco y negro con bien elaboradas gamas de grises de una densidad significativa ofrecen instantes de auténticas secuencias cinematográficas en las que los personajes dan vida a los paisajes insulares. Son construcciones de apurada disposición con una calculada distribución de los elementos en la secuencia. Fragmentos de un paisaje en el que la arquitectura tradicional se suma en calidad de protagonista inanimado de la presencia humana, sus fotogramas testimonian la vida de los personajes de un friso animista: naturaleza, paisaje, etnografía, costumbres, indumentaria son sus ingredientes.

 

 

La fuerza de sus obras de este momento radica en la sacralización del paisaje, cuyo sentido primigenio se refuerza por la presencia desgarradora y esencial de los personajes isleños que transitan sus composiciones. Como en el drama griego, esos personajes dialogan con el lugar: ninguna esperanza se encuentra fuera de esos parajes en los que se afanan en los diversos oficios de un tiempo ancestral que pervive con su ritmo acompasado.

 

Sus imágenes fotográficas de este periodo inicial (1958-65) poseen la cadencia de un movimiento que se ha detenido intencionadamente para dejar constancia de su valor. El sentido humanista de esta primera obra queda patente en escenas de playa y de vida agraria, en la sucesión de oficios que se presentan en su escenario habitual, en los tipos humanos que pueblan sus encuadres.

 

 

Sin embargo, hay una abundante producción que merece destacarse por la originalidad de su planteamiento y de su ejecución: la arquitectura tradicional es el principal personaje de las obras de este momento. Es el elemento que da vida al paisaje aludiendo con su presencia a la actividad humana. Un buen número de fotografías de esta época están consagradas a la relación entre paisaje y arquitectura vernácula. En ellas la naturaleza adquiere su sentido por la presencia humana aludida por esas arquitecturas.

 

De todas estas series merece destacarse la labor sistemática que Francisco Rojas realizó acerca de las islas de Lanzarote y La Graciosa. Uno de sus aspectos más conocidos es la publicación de Lanzarote: arquitectura inédita, con firma de César Manrique, cuyas imágenes entremezclan las aportaciones de Manrique, del arquitecto Fernando Higueras y del propio Rojas, auténtico método de trabajo de la factory.

 

La dimensión etnográfica de esta obra y la perfección técnica con la que se trata la temática de la arquitectura vernácula como protagonista elocuente del paisaje insular hacen de esta publicación un documento único en el contexto del debate insular acerca de la cultura tradicional.

 

 

Esta atención a la arquitectura habría de verse premiada por la demanda que su obra como fotógrafo alcanzó inmediatamente. Rojas se convirtió en fotógrafo profesional en el estudio del arquitecto Manuel de la Peña, y pronto se especializó en trabajos diversos para los estudios de arquitectos más conocidos en Canarias. Sus reportajes de obras contemporáneas merecen un comentario aparte, y constituyen una valiosa aportación: la arquitectura moderna vive en sus imágenes de este periodo.

 

Fotografía humanista, reportajes de valor documental y fotoperiodismo constituyen un aspecto esencial en la fotografía de Francisco Rojas, que la definen como obra existencialista.

 

Sin embargo, es la vertiente creativa que conecta con el sentido pop y sus procesos la aportación más llamativa de este fotógrafo polifacético. Su obra incluye una abundante producción de retratos de los principales personajes de la cultura del siglo veinte. Imágenes de honda significación hacen visible la condición creativa de artistas plásticos, poetas, arquitectos... Un auténtico sentido universal caracteriza los retratos de estos personajes, que traducen el culto a los media y a la publicidad y a las formas de vida contemporáneas.

 

 

El legado de Francisco Rojas constituido por su importante archivo es una aportación fundamental y un capítulo significativo de la cultura contemporánea en Canarias. Su voluntad de documentar el valor de la naturaleza insular y la cultura popular convierte a su obra conservada en la colección de su archivo en una referencia necesaria para la cultura de Canarias.

 

 

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