Agroqu铆micos y salud

Carlos Nogueroles

Gabinete de Proyectos Agroecol贸gicos

Fotos: FEDAC - Javier L贸pez Cepero - Rincones - Autor

 

Me causa un cierto aturdimiento ocuparme de este tema, ya que el desarrollo de los agroqu铆micos lleva consigo una historia plagada de horrores que penetran lentamente, y que muestran su verdadero rostro cuando ya no nos los podemos quitar de encima. Es una historia s贸rdida, con un c煤mulo de consentimientos t谩citos por parte de la industria y de la administraci贸n, pero tambi茅n de consentimiento de la poblaci贸n y de los agricultores, v铆ctimas y agentes a causa de la ignorancia y la desinformaci贸n. Parece que la frase que muchas madres dicen a sus hijos peque帽os, 鈥渘i帽o, con la comida no se juega鈥, ha ca铆do en saco roto en los o铆dos, conciencias y actitudes de muchos ejecutivos de multinacionales agroqu铆micas, administraciones, productores de alimentos, consumidores... en fin, todos estamos un poco implicados por no mirar o por mirar hacia otro lado.

 

 

Para los que nos dedicamos a la agricultura ha surgido siempre como un aguij贸n en la conciencia, una preocupaci贸n a ra铆z de alguna noticia que saltaba en los medios, ya que es un tema inquietante, casi me atrever铆a a decir que primordial. 驴C贸mo pudimos estar tan ciegos, c贸mo arriesgamos nuestra salud tan alegremente y la de nuestros clientes, c贸mo lo consentimos? Probablemente porque nuestra salud no le importa a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.

 

La historia de un atentado masivo

 

No voy a abusar de su paciencia lectora enumer谩ndoles la cantidad de hechos que han ido constatando poco a poco la introducci贸n de sustancias no deseadas en nuestros cuerpos; desde las an茅cdotas que recuerda la gente, como aquella practicante de un pueblo de la sierra de Huelva que me contaba que, al d铆a siguiente de pasar la avioneta que fumigaba contra la mosca del olivo, ten铆a la consulta llena de ni帽os afectados de mareos y toses extra帽as; o los testimonios estremecedores de la gente afectada por el Nemag贸n en Nicaragua; o las tomateras en Gran Canaria, con porcentajes m谩s altos que la poblaci贸n no agr铆cola de incidencia de c谩ncer de mama; pero tambi茅n los afectados en un pueblecito de Paraguay por un vertido de semillas tratadas con un batiburrillo de pesticidas 鈥減rotectores鈥 y que tan bien describi贸 Carlos Amor铆n en su libro Las semillas de la muerte, hasta los trabajos esclarecedores de gente como Miquel Porta o Nicol谩s Olea en nuestro pa铆s y Luis Dom铆nguez-Boada y Manuel Zumbado en la comunidad canaria. Todos se帽alan una evidencia que se repite a lo largo y ancho del planeta: nos han envenenado y nadie pagar谩 por ello.

 

 

La historia de c贸mo se ha ido introduciendo el veneno en nuestro cuerpo ha estado unida a una cierta veneraci贸n tecnol贸gica y un excesivo optimismo en cuanto a las consecuencias de su uso, ambos igual de nefastos, que s贸lo indican el grado de inconsciencia de la sociedad en general. 驴Qui茅n sab铆a lo que nos pod铆a pasar? Pues aquellas personas que trabajaban con los productos, o sea los fabricantes, que est谩n sujetos a intereses comerciales y son poco proclives a consideraciones que afecten a sus ventas. 脡stos, a pesar de comportarse como delincuentes comunes, tienen cierta explicaci贸n, pero 驴qu茅 pasa con los t茅cnicos que los recomendaron, con los responsables de la sanidad p煤blica que autorizaron todos los productos que, afortunadamente, van desapareciendo de la circulaci贸n? Ellos dicen que no se ten铆an evidencias de su perniciosidad.

 

Una industria que proven铆a de una estructura anterior que se dedicaba a fabricar armas qu铆micas no deja de ser sospechosa, pero hay que reciclar. Evidentemente, de una bomba no se tienen evidencias del da帽o que hace hasta que explota, pero a nadie se le ocurre probar sus consecuencias con humanos. Existe el principio de precauci贸n: la mera sospecha de que pueden ser nocivos basta para que no se autoricen, y esas sospechas han estado desde hace tiempo sobre la mesa; muchas voces que no fueron escuchadas. Todos esos funcionarios que ayudaron con sus autorizaciones a poner en circulaci贸n una serie de venenos deber铆an estar bajo sospecha, pero 驴qui茅n revisar谩 c贸mo se otorgaron esas autorizaciones para pedir responsabilidades?

 

Una defensa ignorada, aplastada

 

La lucha contra el envenenamiento masivo de gran parte de la poblaci贸n para enriquecer a unas pocas multinacionales qu铆micas tiene muchos precursores an贸nimos y p煤blicos, gente que levant贸 su voz aunque tuviera poca repercusi贸n medi谩tica. El pistoletazo de salida lo dio Rachel Carson con su Primavera silenciosa (1962), el primer libro sobre este tema escrito con un car谩cter cient铆fico irrefutable, en el que se advert铆a claramente de las consecuencias irreversibles y acumulables de los pesticidas organoclorados. Ya en esas fechas indicaba claramente: 鈥Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano est谩 ahora sujeto al contacto con peligrosos productos qu铆micos de s铆ntesis desde su nacimiento hasta su muerte. En menos de dos d茅cadas de uso, los plaguicidas sint茅ticos han sido tan ampliamente distribuidos a trav茅s del mundo que se encuentran virtualmente en todas partes鈥. Este libro, junto con otro anterior, El mar que nos rodea, (1951), donde ya describ铆a el calentamiento del mar y la din谩mica de las corrientes marinas, hace de esta mujer un icono del movimiento ecologista. S贸lo ellos le hicieron caso, incluso empezaron a organizarse, aterrados por las consecuencias de los hechos que describ铆a.

 

 

Tampoco abusar茅 de su paciencia describiendo exhaustivamente esta lucha en contra de los pesticidas, ya que son numerosas las voces que han pretendido advertir de las consecuencias de su uso y de la ingesti贸n de alimentos tratados con ellos. Se puede resumir comentando que la lucha ha sido dura, heroica y, en muchos momentos, desesperadamente infructuosa. Ha costado muertos y mucho sufrimiento. En su homenaje se celebra el D铆a Internacional en Contra de los Plaguicidas el 3 de diciembre, aniversario de la tragedia de Bhopal.

 

Y, de verdad, 驴son malos?

 

Aparte de las intoxicaciones por manipulaci贸n de insecticidas que s贸lo afectan a los trabajadores agr铆colas (en muchos pa铆ses, un porcentaje importante de la poblaci贸n), son los efectos cr贸nicos en la salud los que se incrementan en nuestros cuerpos a medida que los vamos ingiriendo con nuestros alimentos.

 

Neurot贸xicos

 

Los insecticidas organofosforados y carbamatos son neurot贸xicos. Pueden causar problemas cr贸nicos o retardados en el sistema nervioso central y en el sistema nervioso perif茅rico de animales y humanos. Generalmente las secuelas cr贸nicas se presentan despu茅s de a帽os de estar en contacto con estos plaguicidas, aunque sean concentraciones muy bajas.

 

 

C谩ncer

Sobre su incidencia en el c谩ncer han existido m煤ltiples controversias, pero hay tres l铆neas de investigaci贸n que evidencian fuera de toda duda la relaci贸n entre fitosanitarios y c谩ncer: los cultivos de c茅lulas en laboratorios que muestran los cambios en los cromosomas, los estudios de animales en laboratorios y los estudios epidemiol贸gicos en poblaciones humanas. Generalmente los fitot贸xicos pueden actuar por medio de tres mecanismos:

 

 

Causando efectos genot贸xicos, es decir cambios en el material gen茅tico o ADN.

Siendo promotores del c谩ncer, causando la fijaci贸n y proliferaci贸n de c茅lulas anormales. Este proceso puede incluir efectos hormonales.

Debilitando el sistema inmunol贸gico.

 

No todos los pesticidas provocan c谩ncer, aunque un solo plaguicida puede activar m谩s de un mecanismo que pueda desarrollar tumores. Hoy en d铆a existen listas en todos los pa铆ses con los pesticidas carcin贸genos. Algunos siguen utiliz谩ndose.

 

 

Da帽os en el sistema inmunol贸gico

La exposici贸n a ciertos plaguicidas puede deprimir el sistema inmunol贸gico, que nos protege de enfermedades producidas por bacterias, virus, par谩sitos, as铆 como de la acci贸n de c茅lulas cancer铆genas y sustancias t贸xicas. Es decir, nos dejan desarmados. El sistema inmunitario humano es el resultado de la actividad de diversas c茅lulas en los gl贸bulos blancos de la sangre, millones de linfocitos de diversos tipos que se ocupan de nuestra defensa frente a agresiones externas. Estudios con cultivos de c茅lulas, con animales silvestres y observaciones cl铆nicas evidencian la afectaci贸n del sistema inmunitario por parte de ciertos plaguicidas.

 

 

Trastornos reproductivos

M谩s sobrecogedores son los efectos que tienen en la reproducci贸n y en el desarrollo fetal. Las historias se repiten como las escenas de miedo en una mala pel铆cula de terror. Los trastornos m谩s generales son:

 

Muerte del feto.

Malformaciones.

Abortos espont谩neos.

Bajo peso de los ni帽os al nacer.

Atraso en el crecimiento fetal.

Alteraciones en sus cromosomas.

Reducci贸n del tiempo de lactancia.

Contaminaci贸n de la leche materna.

 

Este 煤ltimo efecto tiene consecuencias realmente injustas. La toxicidad de un producto muchas veces se mide por la proporci贸n de un t贸xico respecto al peso del individuo afectado. Muchos t贸xicos se acumulan en las partes grasas, y la leche materna lo es. Las cantidades acumuladas no son t贸xicas para las madres ya que su peso es alto, pero cuando pasan al ni帽o reci茅n nacido, son suficientes para hacerle da帽o, a veces irreparable.

 

 

Tambi茅n como un trastorno de la reproducci贸n hay que contar los problemas que producen en la fertilidad humana, que afectan sobre todo a la poblaci贸n masculina con la reducci贸n del n煤mero de espermatozoides viables, citados multitudinariamente, en todos los pa铆ses del mundo, para un buen n煤mero de productos. Hay estudios que reportan una disminuci贸n de hasta el 50 % en el n煤mero de espermatozoides respecto a los registros obtenidos en 1930, cuando todav铆a no nos hab铆amos contaminado. En muchos casos acompa帽ados de criptorquidia, o no descenso testicular.

 

Alteraciones hormonales

En los 煤ltimos tiempos, esta investigaci贸n ha tenido una gran relevancia ya que algunos pesticidas se han revelado como 鈥渄isruptores endocrinos鈥 (interfieren en la secreci贸n de hormonas), como 鈥渪enobi贸ticos estrog茅nicos鈥 (mimetizan los efectos de los estr贸genos) o contaminantes de la regulaci贸n hormonal variando los niveles normales. A partir de la publicaci贸n de Nuestro futuro robado por Colborn y su equipo qued贸 claro que muchas sustancias introducidas en el entorno por la actividad humana (no s贸lo pesticidas, sino tambi茅n otros productos qu铆micos) pueden perturbar el sistema endocrino de los animales, incluidos los peces, la fauna salvaje y los humanos. Las consecuencias de esta perturbaci贸n pueden ser profundas, dado el fuerte papel que juegan en el desarrollo corporal y en el desarrollo de las especies.

 

 

驴D贸nde est谩n?

 

Bueno, ya que no somos agricultores no debemos preocuparnos, pensaron algunos, pero lo cierto es que lo producido por los agricultores ha sido nuestra principal fuente de adquisici贸n de pesticidas: la comida.

 

En enero de 2005 se publica que m谩s del 10 % de los alimentos adquiridos en comercios minoristas tiene restos de plaguicidas, y estos compuestos t贸xicos se concentran sobre todo en la fruta. 脡stas son las principales conclusiones de un estudio espa帽ol que se public贸 en el n煤mero de enero de 2005 de Gaceta sanitaria, realizado por 脕ngel Vicente y Joan R. Villalb铆, entre otros investigadores de la Agencia de Salud P煤blica de Barcelona y de la Fundaci贸n Joan Costa-Roma del Consorcio Sanitario de Terrassa (Barcelona).

 

 

En septiembre de 2006 ADENA/WWF public贸 otro informe titulado Los alimentos: un eslab贸n m谩s en la cadena de contaminaci贸n qu铆mica, en el que se comentaba:

 

Durante los 煤ltimos a帽os se han generado datos en Espa帽a y otros pa铆ses de Europa que demuestran que la exposici贸n humana a sustancias qu铆micas contaminantes ambientales es mucho m谩s frecuente de lo que se esperaba. Por ejemplo, la informaci贸n obtenida sobre la exposici贸n materno-infantil a compuestos qu铆micos tanto de uso hist贸rico como actual, a trav茅s del estudio de las placentas y la sangre del cord贸n umbilical, sugiere que la alimentaci贸n de la madre juega un papel primordial en la exposici贸n de su descendencia. La impregnaci贸n de las madres ocurre, fundamentalmente, por v铆a alimentaria y es inadvertida, continuada y acumulativa. Como nuestro objetivo debe ser preservar la salud de la infancia, deber铆amos prestar una mayor atenci贸n a la alimentaci贸n de la mujer tanto antes como durante el embarazo, evitando la ingesta de alimentos conteniendo residuos de compuestos qu铆micos para los que se ha demostrado toxicidad鈥.

 

 

COPs, no se amontonen que hay para todos

 

Entre 1997 y 2000 se negoci贸, en el marco de la PNUMA de las Naciones Unidas, lo que posteriormente se concretar铆a en el Tratado de Estocolmo en 2001. En 茅l se trataba de reducir o eliminar doce contaminantes espec铆ficos (la famosa docena sucia) entre los que se encuentran nueve pesticidas de uso com煤n hasta fechas cercanas. Fue a partir de un c茅lebre encuentro en junio de 2004 de ministros europeos medioambientales, a los que se analiz贸 la sangre en busca de compuestos org谩nicos persistentes (COP), dando como resultado que ninguno estaba libre de ellos, cuando salt贸 a la opini贸n p煤blica el hecho de que ninguno de nosotros est谩 libre de esos compuestos. Se alert贸 a los ciudadanos europeos sobre la presencia en su sangre de un total de 103 productos qu铆micos. El resultado final fue la detecci贸n de un total de 55 agentes en la sangre de los ministros. El menos contaminado dio positivo a las pruebas en 33 casos; el peor resultado fue de 43. La media se sit煤a en 37. Entre los productos encontrados est谩n algunos utilizados para la fabricaci贸n de sof谩s ign铆fugos, sartenes anti adherentes, cajas de pizzas resistentes a las grasas, PVC, aromas y pesticidas. De esta reuni贸n sali贸 el Reglamento 850/2004 sobre COP, que regula su uso m谩s restringidamente. En nuestro pa铆s se estableci贸 el Plan Nacional de Aplicaci贸n del Convenio de Estocolmo sobre COP, en el que se toman medidas precautorias sobre 26 familias de compuestos qu铆micos.

 

 

La actualidad en nuestro pa铆s, en nuestra tierra

 

Si poca es la informaci贸n en cuanto a los alimentos, mayor es nuestra ignorancia sobre los niveles de COP en la poblaci贸n espa帽ola. Y lo poco que se sabe no es tranquilizador: la inmensa mayor铆a de las personas estudiadas tiene concentraciones apreciables de COP. Lo habitual es detectar DDE, PCB, hexaclorobenceno y compuestos relacionados con el lindano en un 80 % o un 90 % de la poblaci贸n.

 

 

Incluso en los reci茅n nacidos la acumulaci贸n de residuos en tejido graso durante la vida de la madre es una fuente de exposici贸n para el hijo desde la concepci贸n, durante la gestaci贸n y a trav茅s de la lactancia. As铆 lo indican estudios como los de Nicol谩s Olea en Andaluc铆a y Jordi Sunyer y Joan Grimalt en Catalu帽a: en la pr谩ctica totalidad de reci茅n nacidos se detecta DDE, hexaclorobenceno y PCB.

 

Precisamente en el 煤ltimo trimestre de 2009 apareci贸 un libro coordinado por Miguel Porta, Elisa Puigdom猫nech y Ferran Ballester en el que, con el t铆tulo Nuestra contaminaci贸n interna, se presenta una s铆ntesis panor谩mica de los resultados de los mejores estudios sobre los niveles que en la poblaci贸n espa帽ola alcanzan los principales compuestos t贸xicos persistentes. Con la salud p煤blica como eje vertebrador, el libro quiere propiciar la informaci贸n y la reflexi贸n sobre los significados, implicaciones y soluciones de dicha contaminaci贸n; una reflexi贸n que debe ser culturalmente imaginativa, moralmente valiente, t茅cnicamente innovadora y siempre respetuosa con los hechos y las incertidumbres que desvela la investigaci贸n cient铆fica.

 

 

驴Y Canarias?

 

Que Canarias es la regi贸n espa帽ola donde m谩s pesticidas por hect谩rea cultivada se han aplicado de todo el territorio nacional es un dato sabido y, desde luego este primer puesto en el ranking de los m谩s sucios en la producci贸n de alimentos no ha dejado de pasar factura. En 1998 un estudio realizado por la Unidad de Toxicolog铆a de la Universidad de Las Palmas, 鈥en base a 682 muestras de sangre, muestra que se considera representativa de la poblaci贸n canaria, determina la presencia del DDT y su principal derivado el DDE en el 99鈥3 % de los casos. El estudio cuantitativo de la presencia de residuos de estos compuestos en la sangre humana indica la exposici贸n pasada y presente a los mismos. Se demuestra que el conjunto de la poblaci贸n canaria presenta unos niveles similares a la media europea y que sigue existiendo una exposici贸n a este producto en nuestros d铆as. Sin embargo, estos niveles resultan muy superiores en los habitantes de Tenerife y Gran Canaria. Los niveles de DDT y DDE aumentan con la edad y son mayores en mujeres (sobre todo en las mayores de 20 a帽os), que en hombres. A este respecto, conviene recordar que el DDT se ha relacionado con el c谩ncer de mama y que Canarias presenta una alta mortalidad por este tipo de c谩ncer, por lo que los autores del estudio apuntan una posible relaci贸n entre ambos aspectos鈥. Este fue el primer estudio epidemiol贸gico que se realiz贸 en Espa帽a, dentro de una encuesta llevada a cabo por la administraci贸n, y sus resultados se mantuvieron discretamente apartados del inter茅s del p煤blico durante varios a帽os. A 茅ste siguieron otros estudios poblacionales realizados en l铆quido amni贸tico y c茅lulas de mama con el objetivo de evaluar el grado de contaminaci贸n de la poblaci贸n canaria. Y de cara al futuro, en mayo de 2009 aparec铆a este titular: 鈥淓l 70 % de las embarazadas canarias presenta pesticidas鈥. El trabajo es fruto de una colaboraci贸n multidisciplinar en la que participan el Grupo de Investigaci贸n en Medio Ambiente y Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), los departamentos de Toxicolog铆a y Ginecolog铆a del Hospital Universitario de Canarias (HUC) y el Instituto Canario de Investigaci贸n del C谩ncer (ICIC).

 

En abril de 1993, Diario de Las Palmas publicaba un art铆culo sobre las investigaciones realizadas por cient铆ficos del Hospital Monte Sina铆 de Nueva York, en las que se demostraba que las mujeres expuestas al DDT ten铆an cuatro veces m谩s riesgo de contraer c谩ncer de mama. Aunque el DDT fue prohibido en Espa帽a en 1977, su erradicaci贸n tard贸 algunos a帽os m谩s, ya que la prohibici贸n total no lleg贸 hasta 1994, como indica el informe MAD del CSIC.

 

 

Ahora se abren otras posibles l铆neas de trabajo, como el estudio de la aparici贸n de la hiperactividad en ni帽os, el c谩ncer o la diabetes. Tambi茅n hay que determinar la causa de esta gran cantidad de t贸xicos en el l铆quido amni贸tico. Las posibilidades son que tenga que ver con su gran persistencia en el medio ambiente, que haya una relaci贸n con el uso que se ha hecho de la agricultura intensiva o, incluso, que algunos de estos productos hayan llegado por el aire desde la cercana 脕frica, donde se utilizan sin control. 脡stas son las opciones, al menos, que ha expuesto en varias ocasiones el responsable de Medio Ambiente y Salud de la ULPGC, el Dr. Luis Dom铆nguez-Boada, tambi茅n director de los citados estudios. Otra l铆nea de trabajo que se est谩 llevando a cabo es la relaci贸n entre los niveles de plaguicidas en la poblaci贸n rural y los h谩bitos de vida. Aunque es un estudio no publicado a煤n, se han analizado unas 400 muestras y se ha detectado que en el 99 % de las mismas hab铆a compuestos t贸xicos persistentes, como organofosforados, piretrinas y otros contaminantes. Adem谩s, en otra l铆nea, se van a comparar las muestras obtenidas en agricultores con las de la poblaci贸n en general.

 

Y 驴qu茅 han hecho nuestras autoridades?

 

Despu茅s de que saltara a la opini贸n p煤blica el desastre que supon铆a el descontrol con que la industria qu铆mica actuaba y de que las evidencias se acumular谩n en los pasillos, el Parlamento y el Consejo Europeo deciden tomar cartas en el asunto y en diciembre de 2006 redactan un nuevo reglamento (R/CE 1907/2006) y una nueva directiva (2006/121/CE) en las que se crea la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Qu铆micos y se crea el sistema REACH, relativo al registro, la evaluaci贸n, la autorizaci贸n y la restricci贸n de las sustancias y preparados qu铆micos. Pretenden mejorar la protecci贸n de la salud humana y del medio ambiente manteniendo al mismo tiempo la competitividad y reforzando el esp铆ritu de innovaci贸n de la industria qu铆mica europea. Obligan a que s贸lo se utilicen productos que no afecten a la salud humana o al medio ambiente, y para ello establecen un registro 煤nico para toda la U.E. que obliga a compartir toda la informaci贸n que se conoce sobre cada sustancia, siendo la agencia reci茅n creada la encargada de evaluar y autorizar los productos. Las medidas entraron en vigor el 1 de junio de 2007 con el fin de racionalizar y mejorar el marco legislativo anterior sobre sustancias y preparados qu铆micos de la Uni贸n Europea. REACH atribuye una mayor responsabilidad a la industria para gestionar los riesgos para la salud y el medio ambiente que puedan generar las sustancias y los preparados qu铆micos. Todav铆a es pronto para evaluar su actuaci贸n y eficacia.

 

 

El 24 de noviembre de 2009 aparecieron la directiva por la que se establece el marco de la actuaci贸n comunitaria para conseguir un uso responsable de los plaguicidas y el reglamento relativo a la comercializaci贸n de productos fitosanitarios que ser谩 aplicable a partir del 14 de junio de 2011. En ellos se dan algunos esbozos de buena voluntad para mejorar los sistemas de control sobre los pesticidas y, aunque est谩 lleno de excepciones y autorizaciones provisionales, es un primer paso para poner orden en una reglamentaci贸n farragosa (se derogan 58 directivas y 2 reglamentos). Lo 煤nico que me atrevo a se帽alar es que su aplicaci贸n real se presenta dif铆cil.

 

En nuestra comunidad

 

El glifosato es un aminofosfonato que act煤a inhibiendo una enzima responsable de la formaci贸n de amino谩cidos arom谩ticos imprescindibles para la vida vegetal. Aparentemente no deber铆a de afectar a la salud humana, y as铆 se considera actualmente, ya que su uso sigue permitido. Sin embargo, estudios de toxicidad revelaron efectos adversos en todas las categor铆as estandarizadas de pruebas toxicol贸gicas de laboratorio en la mayor铆a de las dosis ensayadas: toxicidad subaguda (lesiones en gl谩ndulas salivales), toxicidad cr贸nica (inflamaci贸n g谩strica), da帽os gen茅ticos (en c茅lulas sangu铆neas humanas), trastornos reproductivos (recuento esperm谩tico disminuido en ratas; aumento de la frecuencia de anomal铆as esperm谩ticas en conejos), y carcinog茅nesis (aumento de la frecuencia de tumores hep谩ticos en ratas macho y de c谩ncer tiroideo en hembras). Pero el principal problema son los coadyuvantes, sustancias que acompa帽an a la materia activa en la formulaci贸n del herbicida: estos supuestos ingredientes inertes producen, efectivamente, s铆ntomas constatados y efectos indeseables que adem谩s se sinergizan entre ellos o con la materia activa.

 

 

Se han desarrollado alimentos transg茅nicos resistentes al glifosato y, aparte de la pol茅mica existente en cuanto a su inocuidad per se y sus posibles da帽os al medio ambiente, est谩 el hecho de que la mayor parte de estos alimentos llega con trazas de glifosato al mercado, sobre todo alimentos industriales fabricados con soja y ma铆z, como, por ejemplo, nuestro gofio, que, adem谩s de transg茅nico, puede tener glifosato.

 

Desde hace un tiempo, una serie de colectivos ciudadanos denuncian el uso indiscriminado del glifosato en las carreteras pertenecientes a los cabildos, es decir la mayor铆a, y exigen que cese la fumigaci贸n con este producto, incluyendo tambi茅n a varios ayuntamientos que hacen uso indiscriminado del mismo, al tiempo que solicitan determinados informes que, de momento, no hemos visto. Un informe que s铆 hemos visto lo realiz贸 Mu帽oz-Carpena en el ICIA en el a帽o 1998 e indicaba, entre otras cosas, que, efectivamente, el glifosato se encuentra ya en algunos de nuestros acu铆feros. Que cabildos y ayuntamientos lo empleen en parques, donde juegan los ni帽os, y v铆as de comunicaci贸n, que son los mayores colectores de aguas pluviales, se me antoja desagradablemente irresponsable.

 

Conclusi贸n

 

S贸lo hemos querido apuntar los da帽os a la salud humana que ha propiciado el uso de pesticidas. Quedar铆an por considerar los da帽os ambientales, ecol贸gicos, econ贸micos, que se han estudiado y que ser铆an, a buen seguro, muy pesados para digerir. Con todos estos datos se abren muchas preguntas que los cient铆ficos deber谩n contestar en los pr贸ximos a帽os: 驴Qu茅 relaci贸n tiene la presencia de contaminantes en la poblaci贸n con la aparici贸n de ciertas enfermedades?, 驴qu茅 se puede hacer para evitar que estos productos lleguen a los seres humanos? Y, adem谩s, se constata que la aprobaci贸n de los nuevos productos qu铆micos tiene que ser mucho m谩s meditada y realizarse con un an谩lisis exhaustivo de la pervivencia en el medio ambiente para, as铆, evitar problemas posteriores, ya que: 鈥Aunque la gente est谩 expuesta a dosis muy bajas, hay mucha gente expuesta durante d茅cadas y entonces s铆 que se ve el efecto en la poblaci贸n. Es probable que dentro de 10 贸 15 a帽os veamos una proliferaci贸n de tumores en Almer铆a por el uso intensivo de plaguicidas que hace 20 a帽os no estaban. El Pa铆s Vasco y Galicia han tenido dep贸sitos de lindano al aire libre durante d茅cadas y eso se refleja. Alguien paga esas cosas, a veces 20 a帽os despu茅s鈥.

 

 

Ciertamente, los actuales niveles de COP en humanos son producto de d茅cadas de ingenuidad, ignorancia, mercantilismo y abuso tecnol贸gico; en suma, de un determinado modelo de desarrollo. Y por supuesto, del largo tiempo de vida media que tiene la mayor铆a de los compuestos. Hay tambi茅n buenas razones para preguntarse si los alimentos, piensos, grasas y derivados que importamos est谩n libres de COP. Por ejemplo, el DDT se sigue detectando en muchos alimentos que consumimos.

 

En todo ello, 驴qu茅 papel pueden tener los controles locales? Es una cuesti贸n especialmente dif铆cil, pues muchos COP viajan por todo el planeta, por la atm贸sfera, las aguas y el suelo, pero tambi茅n por los canales internacionales de comercializaci贸n de compuestos qu铆micos, piensos y alimentos. De modo que tenemos contaminaci贸n por COP sin fronteras y para rato. Es dif铆cil pensar en otro proceso que sea a la vez tan genuinamente global y multidimensional por sus causas y consecuencias qu铆mico-biol贸gicas, econ贸micas, ecol贸gicas y culturales.

 

La contaminaci贸n humana por compuestos t贸xicos persistentes es una de las caracter铆sticas m谩s definitorias y sin embargo ignoradas de nuestra sociedad. Hoy la exposici贸n a estos compuestos 鈥揻undamentalmente plaguicidas y residuos industriales鈥 empieza en el vientre materno y se prolonga durante toda la vida. Las personas nos exponemos a ellos pr谩cticamente sin advertirlo, apenas los podemos eliminar y la acumulaci贸n corporal aumenta paulatinamente con la edad. Los conocimientos cient铆ficos y las incertidumbres acerca de sus efectos nocivos sobre la salud son motivo de preocupaci贸n razonada en todo el mundo.

 

 

Entrevista

 

El Dr. Luis Dom铆nguez-Boada es toxic贸logo, director del Grupo de Investigaci贸n en Medio Ambiente y Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y los trabajos realizados por su grupo est谩n considerados pioneros con respecto a otras comunidades aut贸nomas, ya que empezaron con ellos en 1998 y en la actualidad tienen un gran bagaje de muestras tomadas en nuestras islas. Amablemente contest贸 a algunas preguntas que le formulamos:

 

P: 驴Cree usted que Canarias, por el tipo de agricultura realizada en la 煤ltima mitad del siglo XX y por los productos que se han utilizado en su desarrollo, ha sufrido con especial incidencia los efectos de los COP en su poblaci贸n o los porcentajes de afectados y el tipo de productos se asemejan al resto de la naci贸n?

 

R: Aunque en l铆neas generales podemos decir que la poblaci贸n canaria muestra unos niveles de contaminaci贸n qu铆mica similar a la mostrada por otras poblaciones, no cabe duda de que la poblaci贸n canaria, por sus caracter铆sticas geogr谩ficas y socioculturales, presenta una serie de elementos diferenciadores que la hacen especialmente sensible y susceptible de sufrir esta 鈥渃ontaminaci贸n inadvertida鈥.

 

Obviamente, la agricultura 鈥渋ntensiva鈥, que sigue un modelo 鈥渋ndustrial鈥 y de alta rentabilidad econ贸mica, que se extendi贸 por toda Canarias en el pasado siglo, ha sido la causa fundamental de los elevados niveles de contaminaci贸n medioambiental y, por tanto, poblacional que tenemos actualmente en nuestras islas.

 

Este tipo de agricultura obligada al uso abusivo de plaguicidas para mantener niveles de competitividad econ贸mica, produjo, a mi juicio, dos efectos devastadores fundamentales:

 

Por un lado, familiariz贸 al agricultor y a la poblaci贸n con estos productos, origin谩ndose un mentalidad com煤n de 鈥渋nocuidad鈥 y 鈥necesidad鈥 de los mismos, lo que origin贸 que su uso abusivo se extendiera tambi茅n a las zonas de las islas en donde se manten铆a una agricultura tradicional y familiar (dedicada sobre todo al autoconsumo) y que se incrementaran las intoxicaciones accidentales (que muchas veces no se diagnosticaban ni trataban).

 

Y, por otro, produjo una llegada masiva de contaminantes qu铆micos, de alta estabilidad y dif铆cil degradaci贸n, al medio ambiente de las islas. En los ecosistemas isle帽os la capacidad de regeneraci贸n es mucho menor que en otros ecosistemas. As铆, dados el tipo de suelos (volc谩nico) y el clima de las islas (escasez de lluvias y torrencialidad de las mismas cuando las hay), con una alta perforaci贸n del suelo isle帽o para obtener recursos h铆dricos (pozos y galer铆as), r谩pidamente se produjo una saturaci贸n de los suelos que desemboc贸 en la aparici贸n de los contaminantes en las aguas y su incorporaci贸n a la cadena alimentaria a trav茅s de los productos de origen vegetal, primero, y luego animal, hasta alcanzar a la especie humana.

 

P: 驴Influir铆a en esta contaminaci贸n tambi茅n el hecho de que s贸lo un porcentaje m铆nimo de la alimentaci贸n de los canarios est茅 producida en Canarias? En caso afirmativo, 驴se est谩n estudiando los efectos de los principales tratamientos postcosecha utilizados en las plantas de empaquetados.

 

R: De nuevo, nuestra condici贸n de islas, tur铆sticas y superpobladas para m谩s inri, nos juega una mala pasada. En el mundo 鈥済lobal鈥 en que nos movemos todos los alimentos viajan de un lado a otro del planeta, y nuestras peculiaridades geogr谩ficas y socioculturales hacen que importemos la mayor parte de los alimentos que consumimos. Y, actualmente, gran parte de los alimentos que llegan a las mesas del 鈥減rimer鈥 mundo proceden de pa铆ses en v铆as de desarrollo, en los cuales, para mantener precios competitivos y rentabilidad econ贸mica, se han instaurado modelos de agricultura intensiva con un elevado uso de productos fitosanitarios. Este hecho 鈥渋guala鈥, al menos parcialmente, a todas las poblaciones del planeta en cuanto a sus niveles de exposici贸n a contaminantes qu铆micos.

 

En lo concerniente a la pregunta relativa a la realizaci贸n de estudios tendentes a evaluar los efectos sobre la salud inducidos por productos qu铆micos empleados en las plantas de empaquetado, la respuesta es No. Actualmente no se realizan estudios sistem谩ticos que eval煤en el potencial efecto perjudicial que puedan tener estos compuestos sobre la salud de la poblaci贸n. Las administraciones p煤blicas s贸lo eval煤an los efectos t贸xicos agudos que puedan inducir intoxicaciones en la poblaci贸n laboralmente expuesta. En el campo de la toxicidad cr贸nica, los estudios parten de grupos de investigaci贸n aislados que de forma voluntariosa pero poco coordinada tratan de evaluar los efectos inducidos por exposiciones a muy bajas concentraciones pero durante periodos de tiempo largos (exposici贸n alimentaria de la poblaci贸n general).

 

P: 驴Cree que el sistema REACH, de vigilancia y control sobre los productos qu铆micos de nuestra industria, que puso en marcha la Uni贸n Europea en 2007 y entr贸 en vigor en julio de 2008, se est谩 implantando con la disciplina requerida para frenar la circulaci贸n de sustancias no deseadas en el medio ambiente, o se puede considerar como un lavado de cara de nuestras instituciones que la industria torear谩 h谩bilmente para evitar su total aplicaci贸n?

 

R: En mi opini贸n el sistema REACH, que ha sido ampliamente 鈥渞ecortado鈥 en sus aspiraciones iniciales por la industria qu铆mica, en cualquier caso es s贸lo un primer paso para intentar controlar el uso de estas sustancias. Este tipo de sistemas de vigilancia y control son absolutamente necesarios, pero por s铆 solos no servir谩n de mucho. Para que se muestren realmente efectivas, las acciones de este tipo han de ir acompa帽adas de medidas legislativas medioambientales, alimentarias y sanitarias restrictivas sobre su uso.

 

P: Miremos el futuro: un porcentaje muy alto de nosotros contiene COP en su organismo. 驴Qu茅 debemos hacer para que no se acumulen m谩s? 驴Y para que disminuyan? 驴C贸mo protegemos a nuestros hijos?

 

R: Toda la poblaci贸n tiene COP, y 茅stos, por sus propiedades f铆sico-qu铆micas son de muy dif铆cil eliminaci贸n o degradaci贸n en nuestro organismo. Por ello, hemos de considerar nuestra 鈥渃arga qu铆mica鈥 como algo muy nuestro y que moriremos con ella. A medida que pase el tiempo y varias generaciones evitemos la llegada de nuevos COP al medio ambiente, iremos 鈥渓impiando鈥 un poco nuestro planeta. Por ello, la 煤nica manera de proteger a nuestros hijos es implantar un estilo de vida m谩s sostenible minimizando la llegada de productos qu铆micos al medio ambiente. Sin embargo, la qu铆mica ofrece a la especie humana tal grado de confort que soy muy pesimista al respecto. Actitudes tales como la universalizaci贸n de la agricultura ecol贸gica redundar铆an en una disminuci贸n de la carga de contaminantes liberados al medio, pero a d铆a de hoy la mayor铆a de los COP de nueva generaci贸n no son productos fitosanitarios sino contaminantes de origen industrial. Por ello el cambio de modelo de crecimiento y desarrollo es crucial.

 

P: En un viejo libro de 1991, Las cuentas de la Tierra, Frances Cairncross hablaba de lo imprescindible que es hacer pagar a los contaminadores para que la perversa, por su elasticidad, econom铆a de mercado, ajuste y evite los da帽os sociales que la contaminaci贸n de cualquier tipo puede causar. 驴Estamos ante una serie de casos en que efectivamente el mercado se impondr谩 a los poderes p煤blicos, que representan a la sociedad te贸ricamente, y nadie pagar谩 鈥搊 mejor dicho la sociedad pagara a trav茅s de sus impuestos鈥 los hospitales para tratar los c谩nceres o cualquier otra enfermedad provocada por sus contaminantes mientras se han hecho ricos vendiendo venenos?

 

R: En el mundo actual en el que s贸lo se valora lo inmediato, creo que es impensable que se haga pagar a ninguna persona, empresa o instituci贸n por algo que nos afecta a largo plazo y de forma silenciosa. S贸lo la concienciaci贸n ciudadana y la asunci贸n individual de posturas ambiental y ecol贸gicamente sostenibles, nos permitir谩 disminuir, en el futuro, la exposici贸n de la poblaci贸n a contaminantes ambientales y, por tanto, reducir sus efectos perjudiciales.

 

Algunos consejos para el consumidor

 

1. Lo m谩s recomendable es elegir alimentos ecol贸gicos, que est谩n pr谩cticamente libres de plaguicidas (a veces se encuentran cantidades insignificantes debido a que se han utilizado cajas, contenedores o medios de transporte usados antes con cultivos convencionales). Conviene especialmente que sean ecol贸gicas las variedades 鈥渃贸ctel鈥 (pimientos, tomates, uvas, fresas...) y, en general, las frutas con pepitas o hueso, como las nectarinas, los melocotones, las manzanas o las peras. Las hortalizas m谩s contaminadas son las espinacas, el apio, las patatas y los pimientos. Los vegetales ecol贸gicos tambi茅n son la elecci贸n m谩s recomendable para mujeres embarazadas, lactantes y ni帽os, pues es necesario proteger los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario durante su etapa de formaci贸n, cuando son m谩s vulnerables.

 

2. Si se opta por los productos de cultivo intensivo, hay que elegir frutas y verduras de temporada. Son los que suelen estar m谩s limpios, especialmente el br茅col, los guisantes, el aguacate, las pi帽as y los mangos.

 

 

3. Antes de comer, lavar bien. Parte de los plaguicidas se acumulan sobre la piel del alimento, que tambi茅n puede estar recubierta de ceras que mejoran su aspecto (les confieren brillo). Es eficaz lavar con un cepillo especial. En el caso de las hortalizas de piel fina, conviene pelarlas. En cualquier caso, siempre quedar谩 una proporci贸n de plaguicidas sist茅micos que han llegado hasta la pulpa.

 

4. En las verduras de hojas grandes conviene eliminar las hojas exteriores. No s贸lo acumulan plaguicidas, sino que tambi茅n recogen los metales pesados transportados por el aire, como el cadmio y el plomo.

 

 

Hitos contra la industria qu铆mica

1954: Rachel Carson publica su Primavera silenciosa, pistoletazo de salida de una resistencia desgraciadamente poco eficaz, de la que ya hemos hablado.

Nemag贸n: En 1954 y 1955, Shell y Dow Chemical, aunque sab铆an que el DBCP produce esterilidad y alteraciones en los test铆culos por ensayos realizados con ratas, como se descubri贸 posteriormente, registran su producto ante la EPA. Se comercializ贸 antes de que se completaran los estudios toxicol贸gicos, que fueron publicados en 1961. En 1977 un sindicato agrario dio a conocer otros estudios donde se ratificaban sus efectos nocivos en el sistema reproductor masculino. En 1979 la EPA cancela la licencia de uso del DBCP en territorio de los Estados Unidos, excepto para la pi帽a en Hawaii y permitiendo su exportaci贸n a otros pa铆ses. En 1990 un grupo de abogados inicia un juicio colectivo contra las empresas fabricantes y contra las multinacionales que lo aplicaban en otros pa铆ses (Dole, Del Monte, Chiquita) por haber causado da帽os severos a m谩s de 26.000 trabajadores de las plantaciones de pi帽a y pl谩tano de 12 pa铆ses del Caribe, Am茅rica Central, 脕frica y Filipinas. En 1998 asesinan a Medardo Varela, dirigente de los trabajadores bananeros en Honduras, por su oposici贸n al empleo de este y otros pesticidas. En 2001 en Nicaragua se empez贸 otro juicio con una demanda de 1.000 millones de d贸lares por 3.600 trabajadores expuestos al Nemag贸n, juicio que a煤n en estas fechas trae cola. Despu茅s de diez a帽os de haberse prohibido su uso, se encontraron miles de pozos contaminados en el estado de California. La ciudad de Fresno, una de las afectadas, entabl贸 un juicio contra las empresas productoras por no haber informado de sus efectos a los ciudadanos. Vicente Boix lo cuenta en su libro El parque de las hamacas, subtitulado El qu铆mico que golpe贸 a los pobres. La mayor parte de los afectados no han recibido indemnizaci贸n.

1982: Se crea la Pesticide Action Network (PAN), una red internacional que se dedica a denunciar todas las violaciones y abusos realizados en el mercado de pesticidas. Cuenta con m谩s de 600 organizaciones no gubernamentales, instituciones e individuos que en m谩s de 90 pa铆ses trabajan para reemplazar el uso de plaguicidas peligrosos por alternativas ecol贸gicamente sanas y socialmente justas, y cuenta con cinco centros regionales independientes colaboradores que llevan a cabo sus proyectos y campa帽as.

Bhopal: El 3 de diciembre de 1984 la factor铆a qu铆mica de Union Carbide India Limited, situada en Bophal (India) y donde se fabricaban distintos pesticidas, tiene una fuga de gases formada mayoritariamente por isocianato de metilo, cianuro de hidr贸geno y mon贸xido de carbono, lo que causa entre 16.000 y 30.000 muertos entre unos 550.000 afectados y personas desplazadas. Las 煤nicas v铆ctimas indemnizadas han sido las muertes iniciales, que recibieron cantidades entre 560 y 2.240 d贸lares cada una. A la empresa s贸lo le cost贸 470 millones de d贸lares. A m谩s de 20 a帽os de la tragedia, los alrededores de Bhopal todav铆a siguen contaminados. Javier Moro y Dominique Lapierre novelaron esta tragedia con su acostumbrado af谩n documentalista en su maravillosa Era medianoche en Bhopal.

Theo Colborn: Esta zo贸loga especialista en sustancias que trastornan el sistema endocr铆nico y sus colaboradores publican en 1997 Nuestro futuro robado, en el que describen la p茅rdida de fertilidad y el papel como disruptores endocrinos que juegan algunos pesticidas, alertando sobre las consecuencias que esto tiene para generaciones venideras. A partir de aqu铆 se disparan las alarmas en las instituciones y empiezan a revisarse las pol铆ticas respecto a los productos qu铆micos.

 

Bibliograf铆a b谩sica

Amor铆n, Carlos. Las semillas de la muerte: basura t贸xica y subdesarrollo: el caso Delta&Pine. Madrid: Los libros de la Catarata, 2000.

Bejarano Gonz谩lez, Fernando. La espiral del veneno: gu铆a cr铆tica ciudadana sobre plaguicidas. Texcoco (M茅xico): Red de Acci贸n sobre Plaguicidas y Alternativas en M茅xico (RAPAM), 2002.

Boix Bornay, Vicent. El parque de las hamacas: el qu铆mico que golpe贸 a los pobres. Barcelona: Icaria, 2007.

Colborn, Theo; Meyers, John Peterson; Dumanoski, Dianne. Nuestro futuro robado. Barcelona: Eco Espa帽a, 1997.

Lapierre, Dominique; Moro, Javier. Era medianoche en Bhopal. Barcelona: Planeta, 2004.

Porta, Miquel; Puigdom猫nech, Elisa; Ballester, Ferran. Nuestra contaminaci贸n interna. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2009.

 

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